martes, 7 de marzo de 2017

EL PUZZLE DE BEATRIZ






                                                EL PUZZLE DE BEATRIZ


Un fuerte soplo huracanado arremolinaba a cientos... de hojas a  mi alrededor, solapando las botas altas de montaña atadas con gruesos cordones gastados por el uso; siempre me acompañan en invierno son « mis botas favoritas»



Desde que puedo recordar...mi calzado ha sido siempre practico,deportivo,cómodo y abrigado. Nunca he  tenido " unos bonitos zapatos" con los que  pasear los domingos por la  alameda acompañada de  Sor Claudia o Sor   Rufina;  también es cierto que me gustaba correr, intentando atrapar el viento que yo misma producía y así olvidar las preguntas que abordaban mi mente, sobre mis padres...en definitiva sobre mi hogar...

Cuando las  niñas  del colegio acudían cada día con la certeza de volver  a sus casas  con sus padres y por ello las envidiaba, yo seguiría allí día tras día.  Cuando terminé los estudios ayudaba en las clases  de los pequeños y en la guardería, como  apoyo al convento, el trabajo me hacía olvidar " mis preguntas sin respuestas". Llevaba una vida estática, en lugares cerrados, no obstante aprendí a beneficiarme de los recursos a mi alcance.

Hoy...era un día especial...par mí tomé la decisión de conocer el lugar dónde se había fraguado mi vida, acudí al lugar desvelado en las últimas semanas por Sor Claudia.
Todo esto ocurría después de presentarse en el colegio un señor  de carácter   serio y  trajeado presentando sus credenciales de" abogado albacea de la familia Subirez de los Templarios".
Mis botas atravesaban una alfombra de hojarascas resecas y  crepitantes, sonidos que marcaban el estado de abandono en el que se encontraba el lugar; en calma acudía al lugar donde permanecía escondida la historia de un pasado que me afectaba directamente, me apoyé indecisa en la desvencijada puerta, "umbral" que debía atravesar para recomponer mi destino,nerviosa y ansiosa, una lágrima resbaló por mi mejilla, no sé bien...si ocasionada por el frío intenso...o por el inminente descubrimiento.

En  las aristas del portalón  flotaban  enredaderas colgantes como guirnaldas dando color a tan esquiva y solitaria entrada, en otro tiempo concurrida de señoríos y exquisitas elegancias. Sombras  oscuras ensombrecían mi cara producidas por el arbolado colindante, mi cabello revoloteaba al compás del viento, "tal Medusa" se tratara. El portón se abrió...sin apenas tocarlo y un sonido estridente y chirriante, se  calmó el vendaval  dejándome  paralizada momento que percibí  eterno. 
El fuerte viento amaino  y  zapateando fuertemente el suelo con mis botas pude liberarlas de las  hojarascas.
Con  mis manos enguantadas limpié mi cara,al despejar  mis ojos se encontraron con la "inmensa mansión",un  amplio patio con una escalinata central que conducía a la entrada  principal, me sentía  maravillada del esplendor que  se  podía adivinar a través de sus muros, la rodeé lentamente llegando  a dos escalinatas  deterioradas en los laterales  por el paso del tiempo,  suspiré fuertemente y a su solana me senté  a observar el jardín  "asalvajado y olvidado", grandes arboles centenarios testigos   silenciosos de la vida en aquel maravilloso lugar. 

Mi estomago empezó a ronronear llevaba tiempo sin tomar nada y aproveché  para  sacar del bolsillo el bocadillo que Sor Claudia me había  preparado,   reanimada de nuevo continué   por un estrecho pasillo empedrado, atascado de pedruscos y ramajes  arrastrados por el viento.

!Al  fondo la vi ...  allí estaba "  grande alta  y solitaria, que delataba mi andadura...en el inhóspito y  brutal  día  que  hoy... marcaba el calendario. Me acerqué y descifrar nombres y fechas entre ellas las de mis añorados padres.  Me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo a la vez que un cielo oscuro y amenazante daba la señal que debía abandonar el lugar


II

Doña Paquíta  junto a su hijo  Juan  regentaban  el hostal situado al empezar la cuesta, la cual conducía a la misteriosa mansión, sus clientes eran cazadores y lo escasos  residentes del pueblo; Beatriz  se  fijó al pasar por la mañana, en realidad no tenia pensado hacer noche, el mal tiempo y la hora, se decidió a entrar, el ambiente caldeado por una chispeante chimenea le reconfortó, en una mesa tres hombres jugaban a las cartas y se volvieron al notar que alguien entraba, Beatriz se sintió intimidada y se paró en medio del mesón. Del interior de la cocina apareció la mesonera y se acercó a ella  limpiándose las manos en un delantal blanco—señorita esta helada siéntese cerca de la chimenea  le traeré un baso de leche caliente— la tomó de la mano  acomodándola en una mesa,Volvió a salir  de la cocina con el vaso de leche
—Soy la dueña del mesón y todo el mundo me llama Paquíta,  no es de por aquí ¿no...?—
La mesonera era muy amable—- no ...no soy de aquí ¿podría llamar por teléfono? -
No tenían teléfono pero le comunicó que su hijo llegaría pronto y la podía acompañar al pueblo,le ofreció, una habitación si se decidía a quedarse.

Beatriz tomó el vaso de leche, recuperándose  del frío del exterior arrimada al calor  de la chimenea, el día había sido intenso  sin embargo debía avisar al convento y comunicarles el lugar dónde se encontraba; la puerta del mesón se abrió entrando por ella un joven que se dirigió  directamente al interior de la barra, el joven  de complexión fuerte  y con gran parecido a la mesonera.
Paquita le presentó a su hijo,— Le acompañará al pueblo a llamar par teléfono, esta anocheciendo, cuando vuelva  os  tendré  preparada la cena y una habitación para la señorita.
Juan se quedó sorprendido de la juventud de la joven, y sobre todo por que por allí excepto los cazadores a penas se acercaba nadie,
Amablemente y dirigiéndose a Beatriz
 le dijo—señorita cuando quiera...—
La sensación que tuvo Beatriz fue de inmediata  empatía y confianza y salieron del mesón camino del pueblo, amenazaba lluvia y los jóvenes aceleraron el paso.estaba anocheciendo y  las farolas del camino   no alumbraban, algunas estaban fundidas por el vendaval.
Al llegar al pueblo  y al  lado de la iglesia, cerca de la estación   se   encontraba la cabina de teléfonos,  Juan se cobijó bajo los soportales de la iglesia.  Beatriz se introdujo en la cabina.
—¿Sor claudia es usted...?—preguntó Beatriz  
—Si hija ya estaba preocupada¿ estas bien..?
—Si hermana he conocido unas buenas personas y he decidido quedarme unos días, el tiempo es bastante malo, y necesito volver a la mansión, por favor envíeme la carpeta grande y algo de dinero para pagar mi estancia.
—Beatriz mañana tomaré el tren y te lo daré personalmente, necesito verte  y saber como estas.
—Gracias  Sor Claudia,  a mediodía le esperaré en la estación, ahora debo dejarle el mesón esta   un poco alejado del  pueblo, me acompaña el hijo de la mesonera, no se preocupe estaré bien.  
   

III

Ya en el mesón encontraron sola  a doña Paquíta con la mesa preparada para cenar cerca de la chimenea, los cazadores madrugaban y  se encontraban en sus habitaciones, la sopa caliente  les sentó bien a los dos   y   Beatriz disfrutó con la compañía, pensó que era lo más parecido a una familia,

 D. Paquíta hablaba sin parar y ella solo le respondía con movimientos de la cabeza mientras Juan  la observaba.   Al terminar de cenar en el rostro de la mesonera se reflejaban los efectos del cansancio y decidió dejarlos solos confiaba en su hijo  marchándose a descansar, no sin antes explicarle a Beatríz que le tenía preparada la habitación en el segundo piso al lado de sus habitaciones, en el piso de arriba se alojaban los cazadores.
Juan  comenzó a llevar los platos a la barra  para lavarlos y Beatriz le ayudó a limpiar la mesa, estaba acostumbrada haciéndolo a diario en el convento,también  prepararon las mesas del desayuno para los cazadores y se sentaron un momento  al calor de la chimenea, Juan sentía curiosidad por el motivo de su presencia sin embargo fue discreto y no hizo preguntas,se limitó a hablarle  del trabajo que desempeñaba en el pueblo como ayudante del alcalde, en realidad era el secretario y se ocupaba de lo que pudiera acontecer en el pueblo y los días libres ayudaba a su madre en el mesón.  Beatriz le preguntó si tenía novia Juan riéndose le dijo que no, a la vez que le devolvió la pregunta,  Esta le dijo que vivía en un convento y no mantenía mucho contacto con el exterior.
Juan se puso un poco serio—-¿No seras monja tan joven  no...?
.Beatriz se ruborizo ligeramente y bajando la cabeza le contestó— No me han criado ellas y doy clase a los pequeños y ahora si me disculpas  Juan estoy cansada—
—Bien te  acompaño a tu habitación no pasarás frío pasa la chimenea  por la pared  y la tendrás con buena temperatura, el baño es la ultima puerta del pasillo, se despidieron con un" Buenas noches".

Beatriz ya en la cama se envolvió en la manta y no le dio tiempo a hacer conjeturas sobre su situación  ,le despertaron  unos toques en la puerta y la voz de la mesonera—¡Señorita el desayuno está preparado...!—.
.No sabía que hora era  se levantó y bajó al comedor, no vio a los cazadores, seguramente habrían madrugado  y  Juan  limpiaba las tazas y los platos de sus desayunos. 
  El perfume de la leña de encina se esparcía por todo el comedor y Beatriz respiro  fuertemente varias veces, Juan  pasó a  su lado   y   le manifestó que le acompañaría al pueblo, el tren pararía en la estación  en menos de  una hora.  Beatriz le agradeció el gesto y en unos minutos se encontraron en el camino del pueblo,  ya no les acompañaba el viento de ayer.
Juan se quedaría en el ayuntamiento después de dejarla en la estación, la veía un tanto tímida y poco habituada a viajar, lo que hacía mantenerlo en suspenso  a cerca de los motivos de su presencia, ya en la estación Beatriz se despidió con una sonrisa  dándole las gracias.
El tren llego en diez minutos bajando de el una monja entrada en años con unos bolsos que al verla el mozo de estación acudió a ayudarle—Hermana permítame   ayudarle— 
—Gracias ...gracias—contestó Sor Claudia,
El tren paro  alejado  del centro de la estación y Beatriz corrió a buscarla, se dieron un abrazo, se repartieron los bolsos y salieron de la estación, el hotel estaba cerca y entraron directamente en el bar, hablaron confidencialmente  de sus asuntos  y Beatriz le informó que pasaría  unos días más, quería ver  con tranquilidad  la mansión y intentar comprender la historia en la que se encontraba atrapada. La mesonera y su hijo le trataban con toda dedicación,  Sor Claudia sacó un envoltorio cuyo olor reconoció Beatriz, eran sus  buñuelos   de crema preferidos preparados por sor Julia para ella.
La Hermana apenas disponía  de tiempo, el tren de vuelta volvería en  unos minutos,le pidió a Beatriz    que le llamara  por teléfono   y cuando estuviera segura,realizarían el viaje   al despacho del" albacea" y   aceptar  y organizar los papeleos de su  inesperada herencia,con un abrazo se despidieron.

Beatriz cargada con el bolso y las carpetas se encontró  a Juan en  una conversación con un habitante del pueblo pudo oir parte de la conversación que se trataba a cerca de unos caballos, este la vio llegar y dio por terminada la charla.
—De nuevo nos encontramos, vas muy cargada, por hoy he terminado y podemos subir juntos al mesón—
—Gracias os agradezco el trato tan amable que me dais;  he oído algo de unos caballos en la conversación que mantenías y me gustaría saber si hay caballos sueltos por aquí.
—Bueno este tema arrastra una historia el señor Esteban desde joven se encargaba de las cuadras de la mansión al cerrarse la casa se hizo cargo de ellos junto con los suyos, ahora se encuentra cansado ha vendido sus caballos a otro agricultor y no sabe donde dejar el resto que en realidad no le pertenece, no hemos podido contactar con los herederos de la mansión y  su decisión era soltarlos en el campo.
—Suena comprometido el asunto—comentó Beatriz, bueno llegamos al mesón, Juan ¿esta tarde estas libre...?me gustaría volver de nuevo a la mansión.
—¿Quieres que te acompañe...?
— El  lugar es un  poco tétrico y  sola... no me apetece demasiado.

IV

La tarde se presentaba agradable y salieron juntos  dirigiéndose cuesta arriba a la mansión. Al llegar a Beatriz le pareció menos tétrica que el día anterior. Entraron por una puerta lateral que les encaminó directamente a las antiguas caballerizas, usadas actualmente por Esteban, los caballos pastaban libres.

Juan la condujo por un sendero que comunicaba con una gruta, el sonido del agua al caer sobre las piedras relajaron a Beatriz aumentando su curiosidad por explorarla, Entraron por la parte superior, una especie de escaleras de piedra mal alineadas atravesaban la gruta y un agua helada y cristalina discurría por los laterales, bajaron despacio  la zona estaba resbaladiza y fue inevitable que Beatriz resbalara yendo a para a los brazos de Juan  frenándole  la caída, al notar su cuerpo  experimento un estremecimiento en todo su cuerpo, que a Juan no le paso desapercibido, y en un gesto impulsivo beso  los labios  de Beatriz, que  bruscamente   se separo de Juan y se dejo caer enfadada  resbalándose entre el barro hasta el final de la gruta.
Llovía fuertemente y su reacción hubiera sido seguir corriendo, sin embargo se levantó   embadurnada de barro y como una niña pequeña se pegó al lateral saliente de la gruta.  Por su parte Juan se desconcertó al ver su   reacción, aunque no negó que la deseaba  desde que la vio en el mesón   se acercó a ella con tacto  disculpándose, Beatriz  giró su cabeza sin mirarle a la cara, pasaron un buen rato en la gruta los dos callados hasta que la lluvia escampó,  momento que aprovechó  Beatriz  para  salir corriendo  sin parar  hasta  el mesón, abandonando a un Juan apesadumbrado.
 Al entra al mesón Doña Paquita   estaba en la cocina y el comedor estaba libre directamente subió a su habitación, se cambio de ropa.
Se recostó en la cama, estaba enfadada con Juan y a la vez consigo misma por su reacción tan exagerada.el resto de la tarde la paso mirando las fotos de sus antepasados y de sus padres, marcados con un circulo   acompañados de una pequeña" la   primera foto de su infancia";   se esforzaba en discernir los rasgos de sus padres y buscar un parecido en ellos, leyó de nuevo la carta tantas veces releídas en la soledad del convento, ¡ huérfana debido a  un  accidente de coche de sus padres...! cuando abandonaban la mansión, su abuela demasiado orgullosa para cuidar a su nieta hija de su querido hijo Ricardo que  se caso en contra de su voluntad con la criada de cocina de la mansión, una de las fotos del servicio de la casa en la que su madre se distinguía dentro de un circulo rojo.
Su abuela  la encomendó al convento olvidándose de su  pobre existencia, le dolía en lo más profundo de su corazón.
Su padre tenía una hermana Eloisa, inconformista  con una vida bohemia a la vez que vulnerable; se casó y se divorció varias veces, la última carta sellada en la india y a  partir de ese momento no recibieron  noticias de ella, el Albacea la buscó durante años siendo una búsqueda infructuosa, marcando el siguiente paso la niña que crecía en un convento se convertiría en la heredera.
Beatriz miro por la ventana la oscuridad invadía la calle pensó que sería bastante tarde, bajó a cenar, Doña Paquita se sorprendió al verla  sola creía que estaba con su hijo, que todavía no había dado señales de vida.
 Era la hora de cenar y Doña Paquita preparó la mesa sin perder la sonrisa aunque su intuición le señalaba que algo había ocurrido con los chicos, fue Beatriz la que rompió el hielo con una pregunta.
—¿No ha llegado Juan ?.Respondió Dña Paquita— no seguramente  estará realizando  algún trabajo, llegará enseguida, siempre está aquí a la hora de la cena—añadió sin borrar  su sonrisa.
Empezaremos a cenar nosotras los cazadores han comenzado la partida y tengo un momento libre,   cuando llegaban al postre se abrió la puerta del mesón entrando Juan todo empapado, su madre se levantó y se dirigió a la puerta—Hijo ¿donde has estado? —
Beatriz con todos los sentidos puestos en la respuesta de Juan, se sentía culpable.  Juan sacudió la gabardina y tranquilamente contestó a su madre—He estado ayudando al tío Esteban con los caballos y meterlos en las cuadras, el hombre no era capaz de manejárlos—.
Beatriz conocía la realidad, el enfado en ella ya no tenía lugar y  le sirvió la cena y le miró sin rencor,Juan permanecía serio, pero agradeció el gesto de Beatriz, los cazadores al margen de su situación reían y bebían alegres contando sus hazañas.

Dña Pquita abandonó el comedor y le dejo solos, Juan tocando la mano de Beatriz le pidió de nuevo disculpas, esta las aceptó quedándose  frente a la chimenea en silencio , no sabía que decir. un cazador se le acercó pidiéndole unas copas más, la noche se alargaría, dejaron el comedor limpio y se sentaron de nuevo a la chimenea,Juan se sirvió una copa invitando a Beatriz,que acepto.
—Beatriz es muy extraño tu interés por  la mansión,¿ cuando en años no ha aparecido nadie por aquí?—Es complicado quizás te lo cuente en otro momento, te diré...que en este momento mi vida es un puzzle que debo reconstruir  y aceptar el lugar  adecuado  de las piezas, quería decirte que he vivido todos estos años en el convento y por eso mi reacción de esta tarde ha sido un tanto exagerada, agradezco tu compañía  y el cariño que me dispensa tu madre.
Daban las doce y los cazadores se levantaron bostezando, era la hora de ir a dormir, gesto que agradecieron Juan y Beatriz, para dejar preparadas las mesa, subieron al segundo piso y se despidieron con un buenas noches.

V

Beatriz tardó en dormirse a pesar de lo tarde que era, aún recordaba su cuerpo rodeado por los brazos de Juan¿Estaría enamorándose de Juan ?no lo sabía...necesitaba el consejo de Sor Claudia, mañana le llamaría por teléfono; las fotos y las cartas esparcidas en el suelo esperaban que  Beatriz pudiera darles un sentido.
Juan tampoco pudo dormirse se encontraba incomodo y además  se notaba   resfriado después del chaparrón de la tarde. Beatriz era una joven atractiva que seguramente ni lo sabía, su tez blanca contrastaba con su negro pelo que le caía en cascada sobre los hombros y permanecía envuelta en una aureola misteriosa  que le gustaría descubrir algún día.

Dña Paquita dormía  plácidamente ajena a los pensamientos de los dos jóvenes, le esperaba otro duro día de trabajo, se levantaría temprano y prepararía el desayuno a los cazadores.

Esa noche Beatriz vivió unos sueños que le trasportaron a otra época, donde ella se encontraba en el interior de una mansión rodeada de cuadros con ojos observándole, muebles oscuros, aterrorizada, atrapada sin poder salir, las amarillenta fotos  de sus padres volaban por el salón de un lado  a otro,  en lo alto de la escalera  Dña  Paquita y Juan con los brazos extendidos  hacía ella..,intentaba agarrarse a sus manos....su salvación  se sentía incapaz de moverse.
Se despertó sudorosa y afligida llorando escondida  entre las mantas y se dejó mecer por  el sueño  reparador   durmiendo tranquila hasta la mañana.
Se levantó con energía y decisión, se miró en el espejo  la imagen que le devolvía  le hizo reaccionar y  hablando en voz alta dijo—,Concertaré una cita con el albacea y por fin  tomaré las riendas de  mi vida,   manteniendo un lugar privilegiado para Juan y su madre—.














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