- UN DÍA EN PARÍS
El Paloma Azul llegó a las ocho de la mañana a París, a
pesar de viajar en coche cama, me
sentía excitada y apenas dormí.
Abandoné la
estación del norte con el plano y
mi bandolera en la mano, me encaminé
directamente a mi objetivo,” contemplar
L ílle de France “ ,
coronada por la Catedral de Nôtre Dame,
bañada por las navegables aguas
del Sena.¡ Siempre la admiraba con el mismo entusiasmo!.
Abandoné la
estación del norte con el plano y
mi bandolera en la mano, me encaminé
directamente a mi objetivo,” contemplar
L ílle de France “ ,
coronada por la Catedral de Nôtre Dame,
bañada por las navegables aguas
del Sena.¡ Siempre la admiraba con el mismo entusiasmo!.
La catedral reconstruida alrededor del mil ciento sesenta y
tres a partir de la” Puerta de Santa Ana”,
perteneciente a la última basílica de estilo románico allí emplazada y
denominada de Saint Étienne; que a su vez, se asentaba sobre
antiguos vestigios celtas y
romanos, estos últimos dedicaron
el templo al dios Júpiter .
Tus palabras resonaron en mis oídos« que apasionante¡ como me hubiera gustado vivir en aquella época!»—Me miraste con una sonrisa cerrando los ojos fuertemente, como si pudiera ser posible—.
Tus palabras resonaron en mis oídos« que apasionante¡ como me hubiera gustado vivir en aquella época!»—Me miraste con una sonrisa cerrando los ojos fuertemente, como si pudiera ser posible—.
Siguiendo mí
peregrinar la fui bordeando, recreándome en
las cuatro majestuosas
puertas de la catedral; “ Puerta
Norte”, “ Puerta de la Virgen”,
“ Puerta Central, con escenas
del Juicio Final
y la Puerta Sur denominada de”
Santa Ana”.
Su grandeza me
incitaba a alzar mis ojos a las imponentes torres,
que con sus sesenta y nueve
metros se instalaban entre las nubes
y me provocaban un ligero mareo al contemplarlas.
La puerta de “ Santa
Ana” representa algo más para mí,
un dulce recuerdo de mi querida abuela,”
Ana”.
Este día
amaneció fresco, obligándome a pasear
bien abrigada, me apoyé en el pretil del rio
Sena observando en sus tranquilas aguas los bateaux saturados
de turistas, aprovechando el momento, lo inmortalicé con mi cámara de
fotos; las olas se arremolinaban a su paso, enviando una fina
lluvia que llegó hasta mí.
Recobre mí estabilidad y decidí continuar mi plan, ojeé el mapa y paseando
me acerqué, al” Museo D´orsay ”
jaula dorada de cuadros impresionistas, herencia de grandes pintores ,Renoir,
Paul Zezanne, Monet, Degas ...
El reloj sonó elegante en la catedral y me
recordó que era mediodía , me asomé a la puerta del restaurante del museo y a pesar de estar lleno, divisé una
mesa en una esquina al lado de una ventana, no era nuestra mesa, con rapidez atravesé
el local, dejé mis pertenencias
sobre la mesa y me senté; necesitaba descansar y retomar fuerzas. En
realidad tuve una gran suerte,
desde allí podía divisar parte de
los famosos y románticos “ tejados
parisinos”.
Comí lentamente, saboreando la comida y el ambiente de la gente en las mesas
cercanas. De postre tomé una macedonia
de frutas, que no tenían nada de
naturales,¡ al menos estaban dulces!. Así
que me conformé.
Mi siguiente etapa me conducía a Montmartre ,” ver el “Sacre Coeur” y perderme por sus callejuelas saturadas de arte, colorido, de sonidos pausados y musicales de la lengua francesa; el retrato a carboncillo me obligó a permanecer durante unos minutos allí sentada, envolviendo mi mente entre olores de dulces, chocolates, perfumes de los paseantes, realicé algunas fotos, a este lugar tan bohemio y pintoresco.
Comí lentamente, saboreando la comida y el ambiente de la gente en las mesas
cercanas. De postre tomé una macedonia
de frutas, que no tenían nada de
naturales,¡ al menos estaban dulces!. Así
que me conformé.Mi siguiente etapa me conducía a Montmartre ,” ver el “Sacre Coeur” y perderme por sus callejuelas saturadas de arte, colorido, de sonidos pausados y musicales de la lengua francesa; el retrato a carboncillo me obligó a permanecer durante unos minutos allí sentada, envolviendo mi mente entre olores de dulces, chocolates, perfumes de los paseantes, realicé algunas fotos, a este lugar tan bohemio y pintoresco.
De nuevo el reloj me despertaba de mi ensoñación,
tenía que volver a la estación, bajé
al metro y llegué al tren
que aún permanecía parado en el andén,
subí a mi compartimento, comí una manzana y unas galletas que llevaba en
la bandolera y bajé a comprar
una botella de agua, el tren
tardaría media hora en partir.
Acomodada ya en el
paloma azul, revisé las
fotos y marqué con rotulador en
el plano el recorrido visitado en el día
El tren…
chac… chac…
empezó a moverse,
me alejaba de París, y ya
me invadía la nostalgia perdía tu presencia y París se alejaba, llegaría a Hendaya sobre las ocho de la mañana, esta vez sí dormiría estaba cansada.
¡Mi espléndido día en París había
llegado a su fin...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario